viernes, 14 de junio de 2013

Historias de sexualidad cotidiana

Sección de sexualidad cotidiana

Esta sección puede servirte para identificarte y darte cuenta que nos sos a la única persona a la que le pasan estas cosas.

Sexo después de los 40

Relatos de personas a las que le cambiamos el nombre para preservar su identidad. 

Andrea y Francisco
Andrea es una mujer mayor de 40 años y menor de 50, soltera, sin hijos. Es profesional, trabaja de lunes a viernes en horario de oficina y tiene una posición económica cómoda.

En su juventud tuvo una vida sexual muy activa, nunca se casó pero convivió ocasionalmente con algún hombre. Es una mujer bonita, en su temprana juventud era muy extravagante, llamativa y provocativa. Actualmente mantiene un look más tranquilo y relajado

Francisco es un hombre mayor de 40 años menor de 45, soltero, sin hijos. No es profesional pero siempre ha trabajado y es de esas personas que logran hacer una pequeña fortuna con emprendimientos personales. Es unos años menor que Andrea. Es atractivo, fue deportista y tiene buen físico, robusto. Es muy carismático y simpático. Tiene dificultad de entablar relaciones serias. Por su trabajo viaja y suele tener encuentros sexuales ocasionales con mujeres mucho más jóvenes que él. Esto lo frustra porque está buscando entablar una relación duradera.

Anécdota de Andrea y Francisco.
Ellos se han conocido hace unos años, tuvieron varios encuentros sexuales. Ninguno de los dos quedó muy satisfecho con el otro pero lograron entablar una amistad abierta.
Se llaman por teléfono y conversan y ocasionalmente se encuentran. En la actualidad sus conversaciones giran alrededor del trabajo y es Francisco quien cuenta sus experiencias con otras mujeres a pedido de Andrea.

De alguna manera Andrea se fue enamorando de Francisco pero se dio cuenta que él busca mujeres jóvenes, como ella dice, barbies, y al no identificarse con ese perfil ella intenta seducirlo con bromas y nunca logra que él se interese verdaderamente en ella.

Un día, cansada de esta relación indefinida, Andrea llama a Francisco por teléfono y le dice que le gustaría ser su amante, pensando que es la única manera de llamar su atención.

Francisco le contesta que está queriendo regenerarse, a lo cual Andrea tratando de mantener la linea de pensamiento de Francisco le pregunta si está de novio. Él contesta, "es una cosa algo así..."
Ella sigue indagando la edad de esta otra mujer y otras características.
Francisco no quiere dar muchos datos, dice que es una mujer un año menor que él.

Sigue la conversación y repentinamente Francisco le pregunta a Andrea si está bien, si ha tomado vino o si le está histeriqueando.

Andrea se siente mal por la pregunta pero sostiene su personaje de mujer sensual y superada y le dice que está perfectamente bien.

Francisco le pregunta qué es lo que realmente quiere de él.
Y ella le confiesa que lo ama y que quisiera ser su novia.
A esto Francisco le contesta que no.

Entonces y para no demostrar su desilusión, Andrea le dice que por qué no la acepta de amante? Dado que hace un tiempo él mismo le dijo que deseaba serlo.

Bien, a este punto de la conversación, Francisco que suele ser muy seductor y no quiere o no puede expresar que no le interesa la propuesta de Andrea le cuenta todas las exigencias que tiene para con una amante. Primero le dice que él viaja mucho, que la relación sería bajo sus términos y cuando él quisiera, en horarios de trabajo. Ella acepta todo. Al darse cuenta que Andrea no va a retroceder en su postura y sabiendo que ella en este momento no está interesada en lo que le va a proponer, Francisco le dice:

>"mira que a mí me gustan las mujeres muy pintadas, con pestañas postizas y disfrazadas"<.

En este momento Andrea tenía ganas de decirle una barbaridad e insultarlo, pero opta por seguir en el juego y le dice que no tiene ningún problema. Y le pregunta qué tipo de disfraz quiere que ella se ponga. Francisco también tiene ganas de decir definitivamente que no está interesado pero tampoco quiere ser él que se baja del juego. Entonces dice: "bueno, no ningún disfraz, con lencería es suficiente".

Andrea, en una disyuntiva si aceptar o no la propuesta, y habiendo pasado por una relación similar, en la que gastaba muchísimo dinero en lencería para un encuentro sexual rápidamente contesta: "muy bien pero la lencería la comprás vos, o mejor me das el dinero y yo me encargo".

Ya sin muchas excusas Francisco accede. Y quedan así. Casi como un contrato implícito. En definitiva no han llegado a ningún lado, los dos expresaron lo que deseaban pero no se dijeron la verdad.

Luego de varias horas y bastante frustrada Andrea le escribe un mensaje de texto que dice: "No estaba borracha ni estaba histeriqueando, fuiste poco galante. La lencería no me interesa ni los postizos. Sigamos como amigos. Yo busco algo más sencillo. Besos".

El contesta: "mejor la sinceridad y no la mentira. Sigamos como estamos. Besos".

Ella vuelve a escribir en su celular: "Obvio la sinceridad ante todo".

Él contesta: "obvio".

Ella vuelve a contestar: "obvio"

Y como él no contesta más, y muy frustrada ella le vuelve a contestar: "Igual me gustas, ja".

Esto es una típica anécdota de personas que se sienten solas, mujeres exitosas que quisieran estar acompañadas por un hombre que busca su compañía y no solo su sexo. Y hombres que se asustan ante mujeres tan directas, y a su vez buscan mujeres más jóvenes para sentir algo de poder y al no poder entablar una relación seria siguen frustrados.

En la historia de Andrea y Francisco ambos quedaron frustrados, ninguno obtuvo lo que deseaba.